''Sólo el
amor inmenso sabe curar la herida más
grande''
Y vaya estupidez de frase, diréis. Bien, sólo hago esto para explicárosla cómo es debido.
Hace un par de semanas paseaba por un parque, tenía ganas de relajarme, había tenido un maldía, el parque resultó estar lleno de palomas -odio las palomas-, gracias a los viejecillos que siempre se sientan con su pan duro bajo en brazo en un banco apartado de niños a echar de comer a las palomas. A mala conciencia -digo yo-, se me posó una paloma justo delante mía, y me quedé paralizada, no me salía el andar.
-Son bonitas, ¿eh?
-¿Te refieres a las estúpidas palomas que no hacen más que tener ojos rojos como ratas y contraer enfermedades si te dignas a tocarlas? Pues no lo creo, la verdad.
Me salió así, sin más, no sabía ni con quién hablaba, sólo que alguien lo había echo. No podía apartar la mirada de la estúpida paloma que se interponía en mi camino.
-En realidad, nos ayudan a limpiar el mundo de migas de pan.
-No las necesitaríamos si los abuelitos tuvieran otra cosa mejor que hacer.
Intrigada por aquella voz masculina que se me hacía poco a poco más familiar, conseguí despegar los ojos de aquella paloma que me había robado unos segundos de mi vida -por aquel entonces, los segundos valían oro-.
-Venga Kate, no seas dura, el que debería estar molesto soy yo, y mírame. Te he seguido por toda Times Square hasta que te has dignado a pararte en un parque aislado de la cuidad.
Consiguió decirlo antes de que me diera la vuelta, y ¿entonces para que servía ya darme la vuelta?
-Lo siento, ¿vale? Es lo que querías oír, y ya lo has escuchado, puedes volver al apartamento.
-Disculpa aceptada siempre y cuando no se repita.
-Se repetirá las veces que sean necesarias; se repetirá cada vez que esté harta de besar los mismos labios, se repetirá cada vez que me grites cuando estas en la cocina que porqué no he quitado las migas de pan del horno, ¿y si resulta que me gustan las migas de pan en el horno, porque me gusta comérmelas una vez requemadas? ¿Qué pasa? ¿Es acaso malo? Te advertí... ¿Pero que digo? Te grite, antes de que aceptaras ser mi pareja que nada de monotonía, nada de conocer a tus padres, nada de amigos en común, nada de prohibiciones, nada de hacer lo que no me gusta, y sobretodo, nada de palomas cómo mascotas, y resulta, que para hacer algo diferente en esta vida en la que los segundos corren veloces sin hacer nada, he tenido que plantarle un beso a un chico -muy mono, por cierto- que me ha preguntado qué cómo se llegaba a la Séptima Avenida, y puede que te duela que lo admita delante de tu cara, pero me ha gustado, he sentido otros labios, y ha estado bien. ¿Pero sabes qué más? Que también resulta que he conocido a tus padres, que poco a poco ''por casualidad'' conoces a casi todos mis amigos, que tengo que quitar las migas de pan del horno porque a ti no te gusta que la casa huela un ''pelín'' a quemado cuando se utiliza de nuevo el horno, que hago lo que no me gusta; limpio, ¿lo entiendes? Y eso, va totalmente y de cabeza en la lista de cosas que no me gustan... Pero lo peor de todo, esque el viernes trajiste como mascota una puta paloma, y encima con las alas de colores. Seré imbécil, egoísta, rara, poco organizada, con ideas claras, cabezota y lo que me quieras decir; pero si me hubieras quitado de tanta monotonía antes, lo de esta tarde nunca hubiera sucedido.
-Tal y como seas, lleves los pelos que lleves cuando te levantes; me grites o no me grites; seas cabezota o no, beses a otros o no, me quieras y desees estar conmigo o quieras mandar todo esto por la borda; te quiero, y es así.
-Esto es así, supongo. Pero yo también.
-¿Ves aquella paloma de allí?
-No voy a mirar una paloma, y menos por tí y en estas ciscunstancias.
-Por favor, mira.
-Que sepas que esto lo hago porque ya me he desahog...
-Shh, puedes besar a cuántos quieras, pero sabes que quién más te va a gustar siempre, voy a ser yo.
-¿Pero esa paloma, a la que me has dicho que mire, no es la que trajiste el otro día a casa?
-¿Tú no querías mirar? Pues ahora te callas, me besas, me abrazas, y me aguantas como pareja durante el tiempo que haga falta.
Marina Levine.